Este 31 de diciembre, al filo de la medianoche, celebramos la culminación del 2020 y el comienzo de un nuevo año: el 2021.
Supongo que a muchos esta “operación” pudiera parecerles algo simple, pero no es necesariamente así.
La realidad es que no siempre tenemos muy claro por qué cada 365 días se cambia de año.
De igual manera, no siempre tenemos claro por qué el año tiene 12 meses y los meses tienen 30 o 31 días.
Es más, no sería tan aventurado afirmar que hay gente que nunca en la vida se ha detenido un ratito a pensar en la importancia de este mecanismo que se llama «año».
ORIGEN DE LOS AÑOS
Sucede, sin embargo, que desde sus orígenes remotos, la humanidad necesitó mecanismos que le permitieran medir el tiempo, y de esa manera administrar más efectivamente su vida cotidiana.
En el marco de este esfuerzo, a la primera vía a que acudió el ser humano fue al Sol, es decir, dividir el tiempo en días, que significaba cada puesta de Sol, para, posteriormente, dividirlo de acuerdo con la posición que esta gigante e imponente estrella tenía en el cielo.
A través del tiempo, el ser humano aprendió a definir el momento exacto; dividió el día en partes iguales, a las que llamó “horas”; a éstas partes las dividió en espacios más pequeños llamados “minutos”, y los “minutos” los fraccionó en “segundos”, que es la expresión mínima de esta repartición.
Así las cosas, el día fue dividido en 24 horas de 60 minutos cada una, mientras que cada minuto tiene 60 segundos.
De manera, pues, que el término «año» puede ser definido como el período de 365 días (366 días, los años bisiestos), dividido en doce meses, que empieza el día 1 de enero y termina el 31 de diciembre.
LOS CALENDARIOS LUNARES
En la antigüedad fueron muy utilizados los calendarios lunares, que se rigen por el ciclo de 29 días y medio de la Luna, lo que se asemeja al período menstrual regular de la mujer.
De ahí la vieja expresión de que tal o cual mujer «tiene la Luna».
Se cree que los babilonios fueron los primeros en llevar un calendario lunar.
De su lado, los celtas, en el norte de Europa, se rigieron durante siglos por un calendario lunar donde la unidad de medida no era el día, sino la noche.
En la actualidad, el calendario lunar es usado en el mundo musulmán, asociado a los dictados del Corán, su libro sagrado.
EL CALENDARIO SOLAR
Por su lado, los egipcios de la antiguedad optaron por el calendario solar, de 365 días y un cuarto, convirtiéndose en los precursores remotos del calendario que usamos actualmente en casi todos los países.
En América, desde muchos siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón, los mayas se regían por un calendario solar muy exacto.
Astronómicamente, el año solar es el tiempo de traslación de la Tierra alrededor del Sol, período en el que suceden las cuatro estaciones (primavera, verano, otoño e invierno).
De igual manera, el día es el tiempo que tarda la Tierra en dar un giro completo sobre su propio eje.
La duración exacta del año solar es de 365 días, cinco horas, 48 minutos y 46 segundos. Como resulta imposible hacer coincidir el año con un número exacto de días, los científicos de la época moderna optaron por hacer el año de duración variable.
En este tenor, los científicos han establecido años cortos de 365 días, mientras que cada cuatro años, le suman un día a febrero y hacen un año de 366 días, que por eso se llama «año bisiesto».
Este lapso de tiempo que llamamos «año» fue admitido y oficializado por la Iglesia Católica relacionando los eventos bíblicos relatados en torno a Jesucristo.
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