Agobiado por las deudas y tras varios fracasos, Mario Puzo decidió escribir un libro pensando más en ganar dinero y pagar a sus acreedores que en la calidad de su obra. El resultado de todo ello fue El Padrino, una novela que se convirtió en un clásico y que Hollywood decidió llevar a la gran pantalla de la mano de Francis Ford Coppola.
Josep Gavaldà
National History Geografic
n un juzgado de Nueva York, el honrado propietario de una funeraria aprieta los dientes con impotencia al ver cómo un juez deja en libertad a los agresores de su hija adolescente. Frustrado, le dice a su esposa: «Si queremos justicia, deberemos arrodillarnos ante Don Corleone». Así se desarrolla una de las escenas más impactantes de El padrino, la obra cumbre del escritor norteamericano Mario Puzo, nacido el 15 de octubre de 1920 en Nueva York, que en 1972 sería llevada con gran éxito al cine de la mano del director Francis Ford Coppola.
UN MUNDO DE DEUDAS
Mario Puzo, que fue un empedernido fumador de puros, se crió en el neoyorquino distrito de Hell’s Kitchen (la cocina del infierno), en Manhattan. Aun viviendo en un barrio marginal, Puzo nunca tuvo contacto con nadie del hampa ni de los bajos fondos del lugar que lo vio nacer. Su conocimiento de ese submundo le vino gracias a su cercanía con el juego, los garitos, crupiers, prestamistas, jugadores compulsivos y usureros. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Puzo se graduó en la Universidad de Columbia y empezó a ganarse la vida como escritor. En 1955, publicó su primera novela: La arena sucia. Deprimido por el poco éxito obtenido, Puzo aceptó trabajos como editor en publicaciones para adultos y se dedicó a escribir relatos criminales para algunas revistas neoyorquinas, hasta que logró publicar su novela La Mamma (1965), a la que seguiría Seis tumbas en Múnich (1967).
Su conocimiento del mundo del hampa, Puzo lo aprendió por su cercanía con el juego, los garitos, crupiers, prestamistas, jugadores compulsivos y usureros.
A mediados de la década de 1960, Mario Puzo se encontraba al borde de la quiebra. Con más de 45 años, cinco hijos que alimentar y una deuda de 20.000 dólares (debía dinero a sus familiares, a los bancos, varias casas de apuestas y algunos usureros), su carrera como escritor hacía aguas. Aunque sus primeras novelas habían recibido muy buenas críticas, las ventas habían fracasado estrepitosamente. Sus editores, que ya le habían dado más de un ultimátum, le propusieron que escribiera una novela sobre gángsters, porque allí veían un gran filón. Puzo, hijo de inmigrantes napolitanos, no estaba muy convencido, pero en realidad no tenía muchas opciones. Necesitaba el dinero.
UN ÉXITO INESPERADO
De este modo, Puzo empezó a escribir una nueva novela. Pero las 150 primeras páginas no tuvieron sin embargo el éxito esperado. En una de las visitas a su editor, Puzo salió de la oficina hecho una furia y recriminándole que no reconociese el valor de lo que había escrito. Aunque no sería éste el único rechazo que recibiría. Resignado y desmoralizado, Puzo recordó una conversación que había tenido años atrás con el cómico Lenny Bruce, quien le había dicho: «Basta de tonterías. Es hora de madurar y de agotar ediciones». Con sus 150 páginas bajo el brazo, Puzo volvió a recorrer las editoriales, siendo sistemáticamente rechazado hasta que se las mostró a un periodista de la revista Magazine Management Co. Éste quedó encantado con la historia y se la mostró a G. P. Putnam’s Son, una de las editoriales más grandes e importantes del país, que ofreció al autor un adelanto de 5.000 dólares.
BIENVENIDO AL ÉXITO
A su regreso a Estados Unidos, Puzo se acercó a la editorial para saber en qué situación se encontraba su novela e intentar sonsacar algunos dólares más. Lo que no sabía es que su suerte había cambiado para siempre. Cuando llegó, se dio cuenta de que no tuvo que esperar mucho en la sala de espera y de que, extrañamente, la secretaria lo recibió con una sonrisa en los labios e incluso le preguntó si quería tomar algo. Una vez en el despacho, el editor lo abrazó calurosamente y le comunicó que una gran editorial había pagado 410.000 dólares para lanzar una edición de bolsillo de su novela con el título de El Padrino y que los estudios de Hollywood se disputaban su adaptación al cine.