La mala estrategia del ejército nazi fue una de las causas de su fracaso al intentar invadir Rusia.
Para la operación consiguieron reunir 3.400 tanques y casi cuatro millones de hombres, que se enfrentaron a 11.000 carros de combate rusos y tres millones de soldados. El bajo número de efectivos blindados alemanes se explica por la escasez de combustible, propiciada por el bloqueo aliado de importaciones de petróleo. El sistema de transporte también adolecía la falta de efectivos, de hecho pese a la conscripción de miles de camiones franceses, se tuvo que recurrir a tracción animal.
LA INVASIÓN ALEMANA
La ofensiva se inició el 22 de junio de 1941 con una barrera de artillería sobre las posiciones rusas, seguida de un ataque aéreo de la Luftwaffe. Entre los objetivos de los bombarderos en picado alemanes, estaban los aeródromos enemigos: en ese primer día se destruyeron cerca de 1.100 aviones rusos, lo que aseguró una cobertura aérea indiscutible durante los primeros meses de la invasión.
Tan solo cuatro días después, el 26 de junio el general Hermann Hoth llegó a Minsk, capturando a 324.000 rusos y 2.500 tanques que se rendirían al cabo de poco tiempo. Al mismo tiempo, los ejércitos norte y sur progresaban de manera similar, rompiendo el frente ruso y tomando ciudad tras ciudad. El avance del ejército central de Hoth siguió a un ritmo de 32 kilómetros por día, atravesando la línea de defensa Stalin, y llegando a Smolensk (a 369 kilómetros de Moscú) el 18 de julio.
Un contraataque ruso para defender la capital se saldó con un nuevo desastre: más de 300.000 soldados soviéticos fueron cercados en otra maniobra envolvente y capturados finalmente.
El núcleo de la estrategia alemana lo constituyeron las divisiones acorazadas, que atacaron usando su famosa blitzkrieg o guerra relámpago: tras un bombardeo inicial para debilitar la línea enemiga, dos unidades de tanques rompían el frente en puntos diferentes, atacando las comunicaciones y envolviendo a los enemigos atrapados en medio, formando una bolsa con el objetivo de capturar a los soldados enemigos.
Los alemanes atacaron en grupos de 50 o 60 carros formados en V, por un estrecho frente de un kilómetro de ancho. Las armas antitanque rusas se hallaban esparcidas por todo el frente, con lo que los atacantes solo se tenían que enfrentar a unos pocos cañones, que eran rápidamente silenciados. Los puntos fuertemente defendidos, como la fortaleza de Brest simplemente se rodearon, siendo sometidos por la infantería y artillería que seguía a los tanques. Una vez detrás de las líneas enemigas, las divisiones blindadas contaban con una fuerza de reconocimiento, formada por semiorugas y motos con sidecar, que exploraban el país por delante de los tanques para escoger la mejor ruta y objetivos.
Los anticuados tanques rusos modelo T26 y BT7 sucumbieron, impotentes, ante la superior potencia de fuego y blindaje enemigos, acabando completamente masacrados. Los primeros tanques T34, un diseño ruso moderno y revolucionario, causaron algunos problemas a los alemanes, pero su número era demasiado escaso para frenar el avance.
LA VOLUNTAD DE HITLER
Pese al éxito del ataque contra Moscú, el dictador alemán estaba convencido de que Ucrania y Leningrado tenían prioridad, por lo que desoyendo a sus generales cursó el 19 de Julio la directriz 33. En ella se ordenaba a los tanques del ejército central reforzar los otros dos frentes: el general Hoth giraría hacia el norte para asegurar el cerco de Leningrado, y el general Heinz Guderian se dirigiría al sur para completar la toma de Kiev, las regiones carboníferas de Ucrania y la conquista de Crimea.
Hitler ordenó a los tanques del ejército central reforzar los otros dos frentes, desoyendo a sus generales.
Esta orden debilitó fatalmente al ejército central, que se vio obligado a frenar su avance sobre Moscú, y dio a los defensores de la capital el tiempo suficiente para recomponer su ejército con reservistas y preparar una formidable defensa contra la que, finalmente, se estrellarían los alemanes.
Aunque con la toma de Kiev se aseguró la rendición de 220.000 rusos más, los inagotables recursos humanos del enemigo, hacían que fuera imposible derrotarlo en una guerra de desgaste mientras sus líneas de comunicación siguieran intactas. Además Rusia consiguió suavizar el golpe contra la industria ucraniana, se suavizó en cierto modo con el traslado de fábricas y obreros por tren, desde zonas amenazadas por los alemanes hasta Siberia, lo que permitió continuar con la producción de armas y municiones.
Detrás de la línea del frente, la dura represión policial de las fanáticas SS alemanas y los atentados de grupos partisanos organizados por la NKVD (la policía secreta rusa), pronto convirtieron a la retaguardia en un avispero de atrocidades y represalias que impidió consolidar el terreno ya conquistado y ralentizó el transporte de suministros.
LA BATALLA DE MOSCÚ
Con Crimea sometida y Leningrado bajo un duro asedio, se pudo reemprender el ataque sobre la capital. Viazma (una importante ciudad en la carretera que unía Smolensk con Moscú) era atacada por Guderian el 30 de septiembre, siendo tomada el 20 de octubre con la captura de 500.000 prisioneros por las divisiones envolventes del general Hoth.
Con la puesta en marcha de la directriz 33 se habían perdido más de dos meses de tiempo, lo cual fue decisivo para el desenlace final de la operación Barbarroja.