Por Federico Cabrera
SANTO DOMINGO, REP. DOM. Como ya hemos dicho en otras publicaciones, el 16 de julio de 1838 Juan Pablo Duarte fundó una organización secreta para gestar la independencia de nuestro país.
A esa organización clandestina, Duarte le dio el nombre de «La Trinitaria», porque cada uno de sus miembros se obligaba a crear un núcleo de tres que permitiría a la entidad multiplicar sus adherentes para llevar a buen puerto la obra a que se había comprometido:
expulsar a los haitianos de la parte Este de la isla y crear en ese territorio una nación libre, independiente y soberana, la cual llevaría el nombre de República Dominicana.
Los fundadores de la primera célula de La Trinitaria fueron Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina, con Juan Pablo Duarte a la cabeza. Poco tiempo después se le sumaron Benito González, Jacinto de la Concha, Félix María Ruiz, José María Serra, Juan Nepomuceno Ravelo y Felipe Alfau Bustamante.
Sin embargo, poco tiempo después de la fundación de La Trinitaria, la conjura para expulsar a los haitianos e independizar la parte oriental de la isla fue develada por Felipe Alfau, quien de esa manera se constituyó en el Judas Iscariote de Duarte y los “trinitarios”.
Afortunadamente, la idea y el ardor de Duarte se expandieron, y pronto en las filas de los trinitarios estuvieron hombres como Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella. El primero, que asumiría el liderazgo del movimiento independentista ante la ausencia de un Duarte desterrado, y el segundo, que la memorable noche del 27 de febrero de 1844 vencería la indecisión con su célebre trabucazo.
UN ASALARIADO DE LA TRAICIÓN
Lo cierto es que desde entonces, los trinitarios vieron a Felipe Alfau como un desertor; como un malvado.
Gran admirador del tristemente célebre Pedro Santana, Felipe Alfau empleó todo su impulso para inclinarlo en favor de la reincorporación de la naciente República a España.
De 1844 a 1860, Felipe Alfau alcanzó en el ejército dominicano los rangos de coronel, general de brigada y general de división, siendo posteriormente elegido Vicepresidente de la República.
El 29 de enero de 1862, la reina de España, Isabel II, le concedió a Felipe Alfau el título de Mariscal de Campo por los valiosos servicios que le prestó a la corona española en las gestiones anexionistas realizadas por Pedro Santana.
Con anterioridad a esa fecha, y también por real decreto de la reina Isabel II, Felipe había recibido la muy preciada distinción nobiliaria de «Gentilhombre de Cámara con Ejercicio».
Tras la Guerra de Restauración, mediante la cual los dominicanos expulsaron a los españoles de Santo Domingo, Felipe Alfau retornó definitivamente a España, iniciando una brillante carrera militar y política al servicio de la Corona, lo que le valió numerosos reconocimientos más.
Felipe Alfau falleció de ataque cerebral a los 60 años, siendo gobernador militar de Sevilla, España.
“Ayer se verificó el entierro del Gobernador militar de esta Plaza, Señor Alfau, con todos los honores debidos a la jerarquía militar del finado”, informó la prensa local sevillaba en ocasión del fallecimiento de ese trinitario contradictorio que se llamó Felipe Alfau Bustamante.