Por Federico Cabrera
SANTO DOMINGO, REP. DOM. A tan sólo nueve semanas de que José Núñez de Cáceres declarara la independencia de la entonces colonia española de Santo Domingo, las fuerzas militares haitianas, dirigidas por el presidente Jean Pierre Boyer, penetraron al territorio del naciente Estado y lo incorporaron a la República de Haití.
Desde que Boyer tomó posesión de la parte oriental de la isla, dispuso una serie de medidas con el propósito de asegurar la unificación real y efectiva de la antigua colonia española con la República Haitiana.
Una de las medidas de mayor trascendencia fue la abolición de la esclavitud, lo que benefició a cerca de 8 mil esclavos.
Por supuesto, la abolición de la esclavitud no cayó bien en la oligarquía local, acostumbrada a darse la buena vida a costa del sudor ajeno.
Boyer también impulsó la representatividad electoral de las poblaciones a diversos niveles y puso en vigencia el código civil francés en toda la isla.
De igual manera, el gobernante haitiano impuso el servicio militar obligatorio, a la vez que restringió el uso del idioma español y eliminó algunas tradiciones de profundo arraigo popular, entre ellas la pelea de gallos.
CAÍDA DE LA PRODUCCIÓN Y DESCONTENTO EN LA POBLACIÓN
En 1830, el control extremo a que Boyer sometió a los comerciantes determinó una fuerte caída de las actividades productivas.
Una de las medidas más funestas del régimen despótico de Boyer fue la prohibición a todos los dominicanos de dedicarse al comercio. Esta dramática resolución establecía que solo podían ejercer el comercio las personas de origen extranjero, los ciudadanos de origen haitiano y los representantes de casas comerciales internacionales.
Así las cosas, toda persona de la parte oriental que quería dedicarse a la actividad comercial debía juramentarse primero como ciudadano haitiano.
Esta medida desproporcionada y dictatorial provocó un incremento de los movimientos conspiradores contra el gobierno haitiano.
Otro hecho importante que coadyuvó a los aprestos independentistas de los dominicanos lo fue el enfrentamiento que tuvo la Iglesia Católica con el gobierno de Boyer, ya que éste le confiscó sus terrenos y otros bienes.
El choque directo del gobierno de Boyer con el arzobispo Pedro Valera repercutió en toda la población de la parte oriental de la isla, la cual vio en esas y otras medidas de las autoridades haitianas la conculcación de sus derechos políticos, económicos y sociales.
CALDO DE CULTIVO PARA LA SUBLEVACIÓN
Las limitaciones en la celebración de fiestas religiosas, la prohibición del juego de gallo, la obligatoriedad de cultivar la tierra, el no uso del idioma español en los actos y documentos oficiales y el cierre de la Universidad de Santo Domingo contribuyó al disgusto y a la posterior sublevación de los habitantes de la parte oriental de la isla contra el gobierno haitiano.
A lo anterior se suma el reclutamiento de todos los jóvenes para el servicio militar obligatorio, el pago de impuestos y otras medidas impopulares.
Como es de conocimiento general, la lucha contra la dominación haitiana fue ideada, articulada y coordinada por un joven llamado Juan Pablo Duarte, quien para esto creó varias organizaciones, siendo la más sobresaliente la que bautizó con el nombre de «La Trinitaria», que operaba en secreto.