Por David R. Lorenzo
(Tercera parte)
El insulto, esa forma de agresividad que tienen muchas personas de expresar y escribir sin filtros lo que sienten y piensan, alcanza su mayor expresión en las redes sociales, con la complejidad de la dificultad que resulta su regulación.
Para comenzar, diremos que hay diversas teorías y concepciones ideológicas y jurídicas en torno a ese estilo grosero del lenguaje y la escritura, que muchas veces tiende a convertirse en viral, porque hay una parte importante del público que le fascina.
Para algunos el insulto forma parte de la libertad de expresión, consagrada en constituciones y tratados internacionales, por lo que no debería ser regulado, si se quiere que ese derecho sobreviva.
Para otros, lo que se debe hacer es educar a las personas, principalmente a los funcionarios públicos, dirigentes políticos y otras personas relevantes, para que sean menos sensibles y más tolerantes, aunque reciban expresiones impublicables.
Hay también que sostienen que las redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, no deben regular y restringir los insultos, como lo hacen con publicaciones que contienen escenas sangrientas y apología a la guerra y al odio, porque se convertirían en juez y parte, y porque además resultaría una tarea casi imposible.
Dentro de ese grupo hay quienes dicen que los insultos como “hijo de puta”, “perra”, “maldito”, “cabrón”, “mierda”, “cobarde”, “vende patria”, “mafioso”, “ratero” o “ladrón”, entre otros, que se utilizan muy frecuentemente, son interacciones entre los usuarios, por lo que las redes sociales no deben intervenir en esos conflictos.
Por el contrario, los adversarios a este tipo de violencia verbal o escrita en la Web sostienen que la gente no es totalmente libre de expresar o escribir lo que piensa y siente. Incluso, las constituciones de los países contienen limitaciones a la libertad de expresión.
En nuestra nación, la República Dominicana, la Carta Magna establece en su artículo 49, limitaciones, que son: el derecho al honor, a la intimidad, la dignidad y la moral de las personas, así como la protección de la juventud y la infancia.
También, hay otras leyes dominicanas que contienen otras limitaciones a la libertad de expresión, como la ley 6132, sobre expresión y difusión del pensamiento, que castiga en su artículo 29, la difamación y la injuria.
Otros sostienen que la libertad de expresión no puede estar por encima del honor, la moral y el buen nombre de las personas.
En cuanto a lo legal, el insulto puede convertirse en un delito de injuria, que es castigado penalmente en casi todos los países, pero como va la tendencia, será cada vez menos tomado en cuenta y procesado por los tribunales.
Igualmente, en la práctica los dueños de muchos medios de comunicación, como en la televisión y la radio, son cada vez más indiferentes a los insultos que pronuncian muchos de sus productores, porque se han acostumbrados a que no se produzcan consecuencias.
El insulto hasta hace poco años era una práctica utilizada mayormente por personas de escasos niveles intelectuales, es decir, por indecentes, gritones, gañanes y patarucos, pero eso está cambiando vertiginosamente.
Ahora con la era digital, lo utilizan personas obsesionadas a la notoriedad online, las deseosas de crean tendencias y los que buscan la fama, no por su capacidad, sino que se han dado cuenta de que la distancia más corta entre dos puntos, es el intento de mofarse o destruir al otro en base a la mentira o la grosería, y mientras más exageradas, mejor.
Pero, lo más novedoso es que los políticos han entrado a la pandemia del insulto, a tal grado, que hasta presidentes de la República utilizan este método como forma de imponer sus ideas e intentar avasallar a sus adversarios.
Así que no es raro ver a un mandatario de cualquier país calificar a sus opositores y contrincantes de basuras, imbéciles, estúpidos, locos, despreciables, bandidos, corruptos o delincuentes, entre otros calificativos no muy agradables.
Este tipo de lenguaje no es de ahora, porque tal como dice la Biblia en Santiago 3: 1:8, la lengua, es un ser pequeño, que se jacta de grandes cosas y es fuego, puede estar llena de veneno y contaminar a todo el cuerpo.