Por David R. Lorenzo
Segunda Parte
El insulto, esa forma de hablar sin elegancia, puede ser una vía en los medios de comunicación para lograr notoriedad, fama, temeridad y hasta riqueza.
El periodista, o quien dice llamarse periodista o comunicador, que se quiere hacerse famoso, no tiene que estudiar, ni leer libros, ni ser culto, sino que sólo tiene que gritar, insultar, ultrajar, inventarse cosas, y hasta estrellar y romper lo esté a su alcance. Muchos programas producidos por bocones y deslenguados tienen una alta audiencia y facturación.
El insulto, que puede ser un desahogo, pero también una expresión ultrajante, homófoga, racista, sexista, clasista, partidarista y religiosa, lo utiliza mayormente quien pudiera estar indignado o el que tiene poca a ninguna capacidad intelectual. También, se usa cuando se agotan los argumentos, o se quiere sobresalir, no por la capacidad, sino por afán de intentar mofarse, destruir al otro o atraer la atención.
Además, a una parte del público no le gustan los intelectuales, ni los que hablan con propiedad, ni los que usan bien el lenguaje, ni los que respetan las opiniones ajenas y ni los que enseñan, sino los gañanes y patarucos.
En cuanto al Internet, que es una plataforma tecnológica y un medio para ejercer la libertad de expresión, que ofrece varios servicios; entre ellos, el de difundir textos, videos, imágenes y notas de voz, ya sea de manera individual o a través de portales digitales o redes sociales, el insulto alcanza su mayor expansión.
Pero, los improperios no son propios de los que comunican, sino también de parte de los ciudadanos, como sucedió el 27 de octubre del 2019, cuando el joven Máximo Eladio Romero Marcial, que se encontraba disfrutando de un partido de béisbol, en estadio Quisqueya, de la ciudad de Santo Domingo, vociferó “ladrón” al presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho, lo que motivo que fuera apresado, y que el incidente se convirtiera en un caso de interés público.
El hecho adquirió tal connotación, que hasta nuestro Tribunal Constitucional inusualmente publicó un comunicado en el que aclaró cuál es la dimensión jurídica del insulto.
Como se puede apreciar, el insulto es un recurso que gana terrenos en nuestra sociedad, pero que tiene diversos matices, como veremos más adelante.
Nota: El autor es periodista y abogado de la República Dominicano