Por Federico Cabrera
SANTO DOMINGO, R. D. Hace diez mil años, los habitantes de Egipto y Mesopotamia observaban el cielo nocturno, en especial la Luna, a la que consideraban una diosa digna de veneración.
Con el paso del tiempo, los egipcios y los mesopotámicos decidieron que entre cada Luna nueva debían celebrar un día en honor a la Luna, dando origen así a la primera semana de la historia de la humanidad.
Aunque a algunos les parezca un tanto extraño, esa primera semana creada por el hombre tenía 30 días y, con el paso de los siglos, fue siendo modificada hasta convertirla en lo que hoy llamamos “mes”.
En su observación, aquellos hombres de Egipto y Mesopotamia también descubrieron que cada siete días la Luna presenta tres formas distintas (creciente, llena y menguante) que también merecían adoración.
Esas cuatro fases lunares dieron origen a semanas de siete días, uno de ellos dedicado al descanso en honor a la Luna.
Con la observación, y la práctica de la agricultura, aquellos hombres identificaron las estaciones del año y, al relacionarlas con las fases de la Luna, concluyeron en que entre una primavera y otra primavera ocurrían doce ciclos lunares. Fue así como nacieron los meses del año.
LOS NOMBRES Y LOS NÚMEROS DE LOS DÍAS
Los nombres y los números de los días que actualmente conforman los meses del año los heredamos de un calendario elaborado por astrónomos al servicio del emperador romano Julio César en el año 46 antes de Cristo.
En sus inicios, el calendario romano tenía solo diez meses: Marzo (dedicado a Marte, dios de la guerra), Abril (cuando abre la primavera), Mayo (consagrado a Júpiter, dios supremo), Junio (en honor a Juno, esposa de Júpiter), Julio (ofrecido a la memoria del emperador Julio César), Agosto (en honor al emperador Augusto), Septiembre (séptimo), Octubre (el octavo), Noviembre (noveno) y Diciembre (décimo).
Fue así como nació el término «annus» o «año», que en astronomía hace referencia al tiempo que dura la Tierra en dar la vuelta alrededor del Sol, que equivale a 365 días.
Sucedía, sin embargo, que la suma de días del calendario romano no coincidía plenamente con el ciclo astronómico, inconveniente que fue solucionado adaptándolo al modelo egipcio, que consistía en años de doce meses que sumaban 365 días, y años bisiestos con 366 días.
Además, fue necesario adicionarles dos meses a esos años: Enero (dedicado a Jano, dios de la doble cara que mira al año viejo y al año por venir) y Febrero (fin del invierno y comienzo del deshielo que hacía a la tierra apta para la siembra).
EL CASO PARTICULAR DE FEBRERO
En medio de sus arduas tareas, los esclavos se infestaban de hongos en sus pies, lo que a menudo les provocaba fiebres altas.
Debido a esta situación, el mes de Febrero también debe su nombre a la fiebre, enfermedad que en la antiguedad era atribuida a un dios perverso.
La solución que implementaron entonces para hacer frente a la fiebre consistió en acortar la duración del mes de febrero, dejándolo de 28 días.
Esto lo hicieron con el propósito de alejar al «maligno» que provocaba la fiebre a los esclavos.
En inglés, español, francés, italiano y portugués los meses del año conservan aún los nombres del Calendario Romano (o Calendario Juliano).
APORTE DEL PAPA GREGORIO XIII
Pero, no obstante los ajustes a que fue sometido, el Calendario Romano seguía siendo impreciso, tanto así que hacia el siglo 16 tenía diez días adicionales con respecto al ciclo astronómico.
En el año 1582, el Papa Gregorio XIII corrigió el grave error que tenía el Calendario Romano. Lo hizo eliminando 11 días del calendario de los países católicos, para que el tiempo del hombre estuviera en armonía con las estaciones climáticas.
En adición a la medida referida en el párrafo anterior, el Papa Gregorio XIII decretó cuáles años serían bisiestos (es decir, con febrero de 29 días) y estableció el 1 de enero como comienzo del nuevo año o año nuevo.
A ese calendario, que es el que se usa desde entonces a nivel mundial, se le llama Calendario Gregoriano, en honor al Papa Gregorio XIII.
El Calendario Gregoriano está estructurado en base a semanas de siete días, uno de ellos (el domingo) dedicado al descanso y actividades religiosas.
El Calendario Gregoriano tiene 365 días, 52 semanas y 12 meses, que en conjunto forman un año.
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