Por Federico Cabrera
SANTO DOMINGO, REP. DOM. Abel Santamaría fue un activista revolucionario que tuvo una participación de primer orden en todo lo concerniente a la planificación y ejecución del asalto al Cuartel Moncada, de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953, histórica hazaña en la que fue hecho prisionero, torturado y luego asesinado sin piedad.
Abel era nativo de una ciudad que se llama Encrucijada, perteneciente a la provincia de Las Villas, en el centro de la isla de Cuba.
Cuenta la historia que cuando Abel Santamaría tenía 19 años de edad, dejó su pueblo natal y emigró a la ciudad de La Habana, la capital del país, donde compatibilizó sus estudios con el trabajo asalariado.
Con el tiempo, las inquietudes políticas de Abel lo llevaron a ingresar a la Juventud Ortodoxa, espacio que seguía las ideas y lineamientos del célebre Eduardo René Chibás.
LUCHA ARMADA CONTRA BATISTA
Al producirse el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 contra el gobierno constitucional de Carlos Prío Socarrás, Abel Santamaría fue de los primeros en manifestar su protesta, coincidiendo con Fidel Castro en que había que derrocar a cualquier precio la dictadura instaurada por el general Fulgencio Batista y Zaldívar.
Entonces, entre ambos (Abel y Fidel) planearon el asalto simultáneo a los cuarteles Guillermón Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de la ciudad de Bayamo, en la región oriental del país.
El objetivo de la temeraria hazaña, a la que se sumaron decenas de estudiantes de pensamiento revolucionario, era tomar dichas fortalezas militares y desde allí iniciar una guerra para derrocar a Batista.
La casa en la que residían los hermanos Abel y Haydée Santamaría en La Habana se convirtió en la base de los preparativos de los temerarios asaltos que serían perpetrados a casi mil kilómetros de allí.
Al fracasar la acción armada contra las poderosas fortalezas militares, Abel fue hecho prisionero junto con varios de sus compañeros y sometido a toda clase de tortura para que revelara el nombre del responsable del asalto, a lo que se negó valientemente.
Se dice que a Abel primero lo golpearon brutalmente, después le quemaron los brazos y le vaciaron un ojo y finalmente lo asesinaron, sin lograr arrancarle ni una sola confesión.
Se dice que, tras el combate, Haydee Santamaría, la valiente hermana de Abel, fue al Moncada a investigar la suerte de su hermano, y un sargento de la guardia compareció ante ella con una bandeja que contenía varios ojos humanos y le dijo: “Éste de aquí es el ojo de su hermano. Si usted no nos dice lo que él no quiso decirnos, le arrancaremos el otro ojo”.
«UN SER DE OTRO MUNDO; UN ANIMAL DE GALAXIA»
En 1968, cuando el movimiento musical cubano «Nueva Trova» daba sus primeros pasos, el cantautor Silvio Rodríguez compuso una canción en homenaje a Abel Santamaría que tituló “Canción del Elegido”.
Así lo confiesa el propio Silvio Rodríguez en “Los Santamaría: de Prexigueiro a Cuba”, un documental que cuenta la historia de la familia de Benigno Santamaría (padre de Abel), un español nativo de Orense (Galicia) que emigró a Cuba a principios del siglo pasado y que procreó allí a uno de los hombres de mayor coraje y determinación que registra la historia de Cuba y de la humanidad.
«La vivencia así cercana de una persona tan sensible, tan excepcional como Haydée, nos impregnó muchísimo del ambiente que tenían aquellos jóvenes que asaltaron el Moncada», testimonió Silvio Rodríguez.
«Nos hablaba de Abel, de todos esos héroes como si fueran personas como uno. Y eso nos daba una dimensión muy diferente de lo que era una revolución, de lo que era una epopeya: era como si uno mismo fuera capaz de realizar esa epopeya», agregó el célebre cantautor cubano, al explicar los motivos de la «Canción del Elegido», uno de sus principales éxitos musicales y a la vez una de las canciones más famosas del mundo.